RELATO 7: 2º CERTAMEN DE RELATOS CORTOS GEOTÉCNICOS

Relato 7: Consejos para encontrar su trabajo soñado, por Luis Matute

Lo mío siempre fueron los números, la física, la lógica; cuando escogí hacerme
ingeniero nadie se sorprendió. Ahora solo faltaba decidir ingeniero en qué, hace 30
años cuando debía tomar esta decisión había, en mi universidad, 3 tipos de
ingeniería: civil, eléctrica y de sistemas. Un rápido análisis, me hizo recordar lo mucho
que me gustaba (y me sigue gustando) el olor del hormigón fresco, estaba decidido,
iba a ser ingeniero civil. Así que, para decidir su carrera soñada, mi primer consejo es:
observe sus habilidades más fuertes y luego déjese guiar por su olfato.
Recuerdo lo raro que me pareció, en mi primera clase de mecánica de suelos, que
haya quien se especialice en algo tan terrenal como la tierra y las piedras. La
geotecnia no es fácil de querer para un aspirante a ingeniero, en los primeros años
de estudios parecemos más matemáticos o físicos puros. El hormigón, el acero, las
presiones y velocidades del agua se calculan con fórmulas complejas, llenas de
conceptos matemáticos, físicos y estadísticos, es fácil identificarse con eso. El suelo es
caprichoso, cambia de un lado a otro, cambia si está suelto o compacto, cambia si
está seco o saturado. Al principio la geotecnia parece un montón de casos de estudio
y fallas históricas que hay que memorizar, en vez de una conjunto ordenado de
modelos físicos y matemáticos, que es lo que utiliza cualquier ingeniero que se
respete.
A esto hay que sumarle que los profesores que tuve no ayudaron en nada a que
desarrolle algún interés por esa rama tan rara de la ingeniería. Con mi compañero de
tesis de fin de carrera, celebramos con cervezas bien heladas cuando terminamos de
hacer los ensayos de suelos de nuestra tesis, estábamos convencidos que jamás
volveríamos a pisar un laboratorio de suelos. Así que, si quiere encontrar una profesión
de la cual enamorarse, mi segundo consejo es: prepárese para las sorpresas, puede
que le termine gustando la chica complicada, rara, pecosa, de lentes gruesos.
En el primer año de ejercicio profesional ya me di cuenta lo interesantes y poco
entendidos que eran suelos y rocas, cuando obtuve una beca, decidí estudiar la poco
predecible geotecnia y luego comencé a ejercerla en un proceso de descubrimiento y aprendizaje constante. Eso sí, siempre me alejé de la minería, sería como pasarse “al
lado oscuro de la fuerza”, repetía cada vez que me planteaban el tema. Me
concentré en proyectos hidroélectricos, en presas de tierra, en canales de riego,
hasta volví al alcantarillado que nunca me gustó, me cansé de diseñar cimentaciones
para puentes y edificios, me enfrenté a vías y taludes que sacaron mi parte más
ingeniosa. Pasaron sin sentir años en los que recorrí infinidad de lugares, conociendo
gente llena de historias duras e inspiradoras por igual.
Pero a veces la vida nos quiebra, así estaba hace 5 años, desilusionado por mi rutina
diaria, con proyectos que me parecían repetitivos y llenos de conflictos por política o
presupuesto, casi nunca por lo técnico. Y entonces, apareció una oportunidad que
no me agradaba nada, que pensé que iba a ser temporal, me contrataron en uno
de los primeros proyectos mineros a gran escala de mi país, específicamente para la
construcción de su presa de relaves. Ahí llegué, a ganarme el pan de cada día, con
todas mis preconcepciones sobre la minería y las relaveras.
Venía además hastiado, pero amoldado, a la pesadez burocrática de trabajar para
el sector público, a escribir informes largos que pocos leían y casi nadie entendía, a
planos llenos de referencias y detalles, a batallar para hacer lo más racional y no lo
más conveniente para el ego o el bolsillo del político de turno; de repente, me
encontré con un torbellino de hacer y hacer, nada de escribir mucho, calcular, planos
sencillos, aprobar, y a construir que para mañana es tarde. Me encantó, conocí gente
maravillosa, me volví a enamorar de mi profesión. Me llenaron de retos nuevos:
organizar maquinaria, armar presupuestos, controlar cronogramas, contratar
personal, lidiar con el personal contratado, revisar planillas, hacer proyecciones
financieras. Estaba feliz, con mi cabeza a mil, con problemas interesantes; quienes me
conocían me dijeron que tenía nuevamente una sonrisa franca que ya se extrañaba.
Aquí estoy 5 años después, hablando de relaves, trituradoras primarias y secundarias,
procesos de lixiviación, modelos tenso-deformacionales, licencias ambientales, costos
de oportunidad. Convertido, y a mucha honra, en un caballero Sith. Así que, mi último
consejo para encontrar su trabajo soñado es: no todos podemos ni debemos ser caballeros Jedi, puede que su lugar soñado simplemente esté: “del lado
oscuro de la fuerza”.

Relato 7: Consejos para encontrar su trabajo soñado, por Luis Matute

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