BAELO CLAUDIA: «LA POMPEYA» GADITANA

Adaptación del hilo de tuiter sobre el artículo: «Geología y Arqueología del Terremoto-Tsunami de finales del Siglo IV d.C. que destruyó la ciudad Romana de Baelo Claudia (Cádiz, Sur España)». Silva, P.G., et al. (DOI: 10.17735/cyg.v37i3-4.102693)

Baelo Claudia es uno de los conjuntos arqueológicos romanos más importantes del sur de España. Ubicada en la actual provincia de Cádiz, junto al Estrecho de Gibraltar, esta ciudad floreció gracias a su estratégica posición comercial y su próspera industria de salazones. Sin embargo, su historia también estuvo marcada por desastres naturales que determinaron su auge y caída.

El esplendor de Baelo Claudia

El auge de Baelo Claudia se produjo en la segunda mitad del siglo I d.C., cuando el emperador Claudio le otorgó el estatus de municipium. En esta época, la ciudad experimentó un importante desarrollo urbanístico con la construcción de un gran foro monumental, edificios públicos y un complejo salazonero que la convirtió en un centro económico clave en la región.

Su privilegiada ubicación permitía un intenso comercio con el norte de África, particularmente con la actual Tánger. La ciudad creció en torno a una bahía protegida, con un puerto natural favorecido por la presencia de barras litorales y dunas, donde se establecieron fábricas de salazones, termas marítimas y la necrópolis oriental.

El impacto de los terremotos y el tsunami

El destino de Baelo Claudia estuvo marcado por dos grandes terremotos. El primero ocurrió en el siglo I d.C. y causó importantes daños estructurales en la ciudad, pero sus habitantes lograron reconstruirla. Se generó lo que los arqueólogos denominan un «nivel de demolición«: un metro de escombros sobre los cuales se cimentaron nuevas edificaciones.

Sin embargo, el segundo terremoto, a finales del siglo IV d.C., fue aún más devastador. Además del fuerte movimiento sísmico, vino acompañado de un tsunami que arrasó la parte baja de la ciudad, provocando su destrucción casi total y el abandono progresivo de la urbe. La magnitud de este desastre se estima en IX en la escala de Mercalli, siendo el evento sísmico más grave registrado en la zona del Estrecho de Gibraltar.

Evidencias geológicas y arqueológicas

Los efectos del terremoto en Baelo Claudia han sido documentados a través de los llamados EAEs (Earthquake Archaeological Effects), que incluyen:

  • Deformaciones y plegamientos en los pavimentos de enlosado.
  • Marcas de impacto por la caída de sillares.
  • Fracturas y roturas orientadas en el suelo.

Estos efectos muestran una orientación preferente en dirección NO-SE, lo que indica que las ondas sísmicas superficiales provinieron del suroeste, sugiriendo una fuente sísmica situada en la Bahía de Bolonia. Investigaciones geofísicas han identificado fallas normales de dirección N-S en esta zona, que podrían haber sido la causa del terremoto.

El tsunami dejó su huella en la ciudad a través de un nivel de sedimentos conocido como «tsunamita de Baelo Claudia«, caracterizado por un estrato negruzco de hasta 42 cm de espesor con alta concentración de materia orgánica, restos arqueológicos y fragmentos de roca y cerámica. Este depósito caótico, formado por la retirada de la ola (backwash), sugiere que el tsunami alcanzó una altura de más de 8 metros sobre el nivel del mar y penetró casi un kilómetro tierra adentro, destruyendo la barra litoral y la laguna oriental de la ciudad.

Factores geotécnicos y amplificación del desastre

Otro aspecto clave en la destrucción de Baelo Claudia fue el comportamiento del suelo. La parte baja de la ciudad estaba cimentada sobre escombros poco compactados tras el primer terremoto, lo que redujo las prestaciones geotécnicas del terreno. Durante el segundo evento, esta base inestable amplificó las deformaciones y aumentó los daños en estructuras clave como el foro, la basílica y el decumanus.

Un desastre sin precedentes

El terremoto-tsunami de finales del siglo IV d.C. no solo marcó el colapso de Baelo Claudia, sino que se considera el segundo evento sísmico más importante registrado en las costas de la península ibérica, solo superado por el terremoto de Lisboa de 1755.

Hoy, el conjunto arqueológico de Baelo Claudia es un testimonio de la grandeza y la vulnerabilidad de las civilizaciones antiguas ante los fenómenos naturales. Sus ruinas nos recuerdan que la geología y la historia están íntimamente ligadas, y que el estudio de los desastres del pasado es clave para entender y mitigar los riesgos del futuro.

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