OLD MAN OF THE MOUNTAIN

Cuando la geología talla y borra su propia obra

En las escarpadas alturas del Parque Estatal Franconia Notch, en New Hampshire (EE. UU.), una formación rocosa singular se alzaba sobre el paisaje: el «Hombre Viejo de la Montaña» (Old Man of the Mountain). Esta estructura natural de granito rojo de Conway, visible desde el lago Profile, parecía desde ciertos ángulos el rostro de un anciano que emergía del acantilado. Durante décadas fue el emblema no oficial del estado (el estado del granito, por cierto), incluido en su escudo oficial desde 1945 y venerado por residentes y visitantes por igual.

La artista escultora: la gelifracción

El origen del «Hombre Viejo» no fue obra humana, sino resultado de procesos geológicos naturales. En concreto, la gelifracción, un mecanismo de meteorización mecánica. Este proceso ocurre cuando el agua se filtra en las fisuras de las rocas, se congela y expande, ejerciendo una presión que agranda las grietas. Estos ciclos de congelación y deshielo, repetidos en el tiempo, fragmentan lentamente la roca, generando bloques angulares que eventualmente se desestabilizan o colapsan. Así, la naturaleza cinceló este icono con paciencia milenaria.

No obstante, el mismo proceso que lo creó fue también el responsable de su final.

Un símbolo con fecha de caducidad

Desde 1920 se realizaron esfuerzos para estabilizar la formación. A partir de 1957, se intensificaron las intervenciones: bulonados, drenajes para desviar el agua de lluvia y sellado de grietas con cementos . El objetivo era proteger el rostro pétreo de la acción incesante del agua y las heladas. Sin embargo, mantener una formación tan frágil suspendida a 360 m de altura era una lucha desigual.

Finalmente, en la madrugada del 3 de mayo de 2003, los habitantes de New Hampshire despertaron con la noticia de que el Hombre Viejo se había derrumbado. No hubo testigos ni sirenas. Simplemente, la gravedad y la gelifracción cumplieron su curso, devolviendo al caos lo que antes parecía una escultura monumental.

El legado permanece

Tras el colapso, se debatió si debía construirse una réplica. Pero prevaleció una visión más simbólica: honrar su memoria sin artificios. Se creó el Old Man of the Mountain Memorial, un recinto con placa, museo y puntos de observación que permiten al visitante imaginar dónde estuvo el icónico perfil. Incluso se propuso incluirlo en la bandera estatal, aunque la idea no prosperó.

El Hombre Viejo de la Montaña es hoy una lección de que la naturaleza siempre vence. Nos recuerda que los símbolos más sólidos también pueden ser efímeros cuando se enfrentan a las fuerzas naturales que los originaron.


Referencias

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